El martes 3 de diciembre se produjo la sexta noche consecutiva de enfrentamientos entre la policía y manifestantes antigubernamentales en Tiflis, la capital de Georgia. Ofrecemos el siguiente breve informe e imágenes de vídeo cortesía de los y las anarquistas georgianas.
Los y las manifestantes responden a la reciente victoria del partido político fundado por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, cuya riqueza representa una cuarta parte de todo el producto interior bruto de Georgia. Este partido ha seguido un programa que emula el régimen de Vladimir Putin, tratando de consolidar el poder mientras dirige el resentimiento público hacia chivos expiatorios, por ejemplo, aprobando en octubre legislación que prohíbe los matrimonios entre personas del mismo sexo, las adopciones por parejas del mismo sexo, los cuidados que afirman la identidad de género y las representaciones positivas de las personas LGBTQ+ en los medios de comunicación.
Al igual que Armenia y Serbia, Georgia se ha convertido en un destino para los rusos que huyen de las campañas de reclutamiento que suministran a Putin carne de cañón para la invasión de Ucrania. Hace menos de un mes, los exiliados anarquistas rusos en Georgia informaron de que la victoria del partido pro-Putin Sueño Georgiano en las elecciones parlamentarias del 26 de octubre había llevado al movimiento de oposición a un callejón sin salida:
Parece que la oposición mayoritaria ha llegado a un callejón sin salida. No pueden pasar a acciones más radicales: actúan dentro del marco de las democracias liberales, y al partido en el poder no le importa la resistencia que se mantiene dentro del marco de la ley, ya que tienen la fuerza y los recursos administrativos de su parte. El 4 de noviembre fue una manifestación muy lúgubre, había mucha menos gente que en las protestas contra la «ley de agentes extranjeros»1 (pero aún así bastante). En general, da la sensación de que no hay confianza en los partidos de la oposición.
En la última semana, sin embargo, los manifestantes han adoptado tácticas más radicales, protagonizando enfrentamientos frontales con la policía.
Aunque los anarquistas están entre las decenas de miles de participantes en estas protestas, constituyen una pequeña minoría. El sentimiento común que une a los participantes es la desconfianza hacia la política de partidos en general, la oposición al dominio que ejerce en el poder el partido Sueño Georgiano y la hostilidad hacia Rusia, que ha gobernado Georgia durante la mayor parte de los dos últimos siglos y la derrotó en una guerra en 2008.
Aunque algunos expertos se han unido a los políticos prorrusos para comparar las protestas de Georgia con las protestas del Maidán que desembocaron en la Revolución ucraniana de 2014, existen diferencias significativas. Por ejemplo, los autores del siguiente texto no informan de ninguna implicación nacionalista o fascista manifiesta en las manifestaciones. Sin embargo, queda por ver si podría surgir un horizonte revolucionario que compitiera con el objetivo neoliberal de integrar a Georgia en el mercado europeo.
Incluso si no surge tal horizonte, es significativo que el movimiento en Georgia se haya visto obligado a pasar de la simple celebración de mítines a la participación en un conflicto abierto. Al igual que en 2019, cuando la revuelta se extendió desde Hong Kong y Ecuador hasta Chile y Cataluña como una cadena de petardos que estallaban por todo el planeta, la resistencia participativa en una parte del mundo a menudo presagia o inspira la resistencia en otra. Las tácticas que sirven a los manifestantes en una lucha a menudo se adoptan en otra.2
Y los retos a los que se enfrenta la población de Georgia -gobierno de multimillonarios, una represión reaccionaria de las libertades, una oposición controlada por un débil liderazgo liberal y la ausencia de alternativas revolucionarias- son similares a los retos a los que se enfrentan cientos de millones de personas en Estados Unidos y en otras partes del mundo.
A continuación, la perspectiva desde Tiflis.
Transfondo
El partido Sueño Georgiano lleva en el poder desde 2013. Está encabezado por el oligarca Bidzina Ivanishvili, que hizo su fortuna en Rusia. Durante la última década, este partido ha impulsado una agenda prorrusa, alejando al país de Occidente de forma lenta y segura. Este año, Ivanishvili llegó a afirmar que la guerra ruso-georgiana de 2008 fue iniciada por Georgia, una afirmación esencial de la propaganda rusa. En las elecciones parlamentarias de octubre de 2024, el partido Sueño Georgiano ganó por un margen significativo en medio de denuncias generalizadas de intimidación, soborno y fraude a los votantes. Después se produjeron algunas protestas, pero la energía de los ciudadanos georgianos estaba por los suelos. ¿Cuántas protestas, pacíficas o no, habían tenido lugar desde el ascenso de Sueño Georgiano sin apenas resultados tangibles?
La gota que colmó el vaso fue, en primer lugar, el nombramiento como presidente (que corre a cargo del partido parlamentario gobernante) de un ex futbolista sin cualificaciones y con un historial de lealtad a Sueño Georgiano y a Rusia; y, en segundo lugar, la confirmación de que las conversaciones sobre la adhesión a la Unión Europea se interrumpirán hasta 2028. Este segundo punto era especialmente irónico, dado que la propaganda de Sueño Georgiano ha incluido muchas imágenes de la UE. La indignación por este segundo punto fue la cerilla que encendió los fuegos artificiales de las protestas.
Noche del viernes 29 de noviembre
Decenas de miles de manifestantes se congregaron frente al Parlamento y comenzaron su manifestación. Se oían los cánticos de «¡Esclavos! Esclavos!» y golpes rítmicos en las verjas metálicas que protegen las puertas del Parlamento. Se envió a la policía antidisturbios; a las 11 de la noche ya estaban lanzando gases lacrimógenos. La policía empezó a realizar detenciones; las imágenes de vídeo muestran varias palizas, así como a agentes empujando a ciudadanos contra el muro policial.
En general, los y las manifestantes no estaban preparadas para los enfrentamientos de la primera noche. Algunas personas asistentes habían tenido la previsión de llevar máscaras de gas y protección ocular, pero la mayoría se vio obligada a retirarse. Las que habían venido preparados se convirtieron en la primera línea de ataque y persistieron durante toda la noche -muchas hasta el mediodía del día siguiente- lanzando huevos y disparando fuegos artificiales al cielo.
Noche del sábado 30 de noviembre
Esta vez, los y las manifestantes aparecieron más furiosas y más preparadas. Los fuegos artificiales del día anterior se habían triplicado en abundancia. Como se acercaba el año nuevo, había muchos fuegos artificiales a la venta. Se trata de una tradición arraigada en Tiflis gracias a la falta de regulación sobre quién puede comprar fuegos artificiales. Cada Año Nuevo, miles de fuegos artificiales iluminan el cielo. Después de haber pasado la Nochevieja tanto en Norteamérica como en Tiflis, los fuegos artificiales de Tiflis son comparables al tipo de espectáculo que se puede ver en las principales áreas metropolitanas de Estados Unidos el 4 de julio.
Los y las manifestantes empezaron a apuntar los fuegos artificiales directamente al edificio del parlamento. Hubo gente que escaló los muros para romper las ventanas y poder lanzar los fuegos artificiales al interior, entre fuertes vítores de toda la multitud. Durante toda la noche se oyeron los estampidos de los fuegos artificiales.
Esta vez, la policía llegó tarde, cuando los manifestantes ya habían montado varias barricadas, bloqueando las calles laterales que desembocan en la avenida principal. Fui testigo de cómo arrancaban bancos de metal de sus cimientos y los añadían a una barricada muchas veces aquella noche. Se encendieron hogueras y la gente corrió al frente para lanzar «granadas» pirotécnicas a la policía.
Esa noche, algún ingenioso manifestante fabricó una especie de lanzador de fuegos artificiales improvisado que disparaba varios fuegos artificiales en una especie de cañón giratorio. Apuntando directamente a la policía, esquivó un cañón de agua que disparaba agua mezclada con gas lacrimógeno. Se corrió la voz a través de WhatsApp y Telegram instando a los manifestantes a ayudar a crear barricadas y luchar directamente contra la policía.
Hacia las 2 de la madrugada, la policía logró romper las barricadas y soltar el gas lacrimógeno, lo que provocó una especie de estampida masiva. Los y las manifestantes se gritaban unas a otras que no corrieran demasiado rápido, que tuvieran cuidado unas con otras. Muchas se retiraron, pero muchas permanecieron hasta el día siguiente, haciendo más barricadas, prendiendo fuegos, lanzando fuegos artificiales y arrojando todo lo que podían a la policía que avanzaba.
Muchas personas fueron golpeadas y detenidas en el transcurso de la noche del sábado. La policía agarró a quien pudo, la golpeó y a detuvo. Las personas que recibieron golpes muy fuertes, a menudo hasta perder el conocimiento, fueron puestos en libertad, pero multadas con entre 2.000 y 3.000 lari [el equivalente a unos 1.000 dólares], lo que llevó a una persona muy golpeada a decirle a mi primo: «Nos golpean hasta dejarnos inconscientes y luego nos multan por ello, ¡es como un atraco en masa!».
Domingo por la noche, 1 de diciembre
Las personas que sufrieron heridas menos graves fueron juzgadas el domingo. Se les dio un consejo inadecuado, se les obligó a defenderse y se les acusó de ser «intimidadores» que instigaban a la violencia contra algún policía. Se espera que el amigo de mi primo pase siete días en la cárcel.
Sin embargo, el domingo por la noche, una cantidad similar de gente salió a la calle. Todas las tácticas utilizadas anteriormente se habían consolidado y los y las manifestantes aportaron todo lo que pudieron para ayudar. Una vez más, se levantaron barricadas, se encendieron hogueras, se lanzaron fuegos artificiales y se desmontaron objetos callejeros para ayudar en la lucha. Mi hermana fue testigo de cómo manifestantes desmontaban las sombrillas exteriores de un restaurante. Cuando salió el dueño del restaurante, éste ayudó a instruir a los manifestantes sobre cómo desmontarlas correctamente para que no se hicieran daño.
Lunes por la noche, 2 de diciembre
Además de la suspensión de la candidatura a la Unión Europea, el lunes fue el primer día en que entró en vigor la nueva ley anti-LGBTQ+.
El lunes fue más bien un día de parón. En lugar de en el parlamento, los enfrentamientos tuvieron lugar en la calle. Había una línea defensiva de robocops sosteniendo sus escudos de plástico, y en el extremo opuesto, teníamos a nuestros combatientes disparando fuegos artificiales. Sin embargo, la policía utilizaba cantidades copiosas de gas lacrimógeno. Los efectos se notaban a kilómetros de distancia. También utilizaron balas de goma. Esto ocurría en la parte delantera de la calle. La gente de atrás seguía haciendo barricadas y bloqueando las entradas laterales. Había gente repartiendo suero fisiológico, bocadillos, agua y gafas protectoras.
Los y las georgianas no suelen estar organizados. Confían en la comunicación en el lugar de los hechos y en el boca a boca. En el pasado, durante las manifestaciones, esto ha dado lugar a muchos malentendidos y a la difusión de información errónea, lo que en última instancia ha hecho que las manifestaciones se desvanecieran. Esta vez, sin embargo, la gente parece estar totalmente de acuerdo: es hora de intensificar la acción. No oí ninguna petición de frenar las acciones bajo el vago paraguas de «manifestación pacífica». Por el contrario, los gritos de júbilo acompañaron cualquier acción que amenazara los cimientos del parlamento. Si las puertas hubieran podido abrirse de un tirón, no me cabe duda de que habríamos entrado a raudales.
En general, el resultado de estas manifestaciones sigue sin estar claro. Fuentes de noticias internacionales han informado de que los y las participantes están pidiendo otras elecciones, pero no creo que sea el caso. El tiempo del apaciguamiento diplomático parece haber pasado. No está claro si esto desembocará en una revolución total. Pero las protestas no parecen frenarse.
Martes 3 de diciembre por la noche
No hemos recibido ningún informe de la noche del martes, sólo los siguientes vídeos.
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Una ley que obliga a las organizaciones que reciben más del 20% de su financiación del extranjero a registrarse como «agentes de influencia extranjera.» Acusando a la ley de seguir el modelo de la legislación rusa utilizada para perseguir a los opositores al presidente Vladimir Putin, los grupos de la oposición protagonizaron algunas de las mayores protestas en Georgia desde su independencia en 1991. No obstante, la ley se aprobó en junio de 2024. ↩
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En relación con esto, observamos que alguna personas que participan en los disturbios de Tiflis han estado utilizando esta herramienta para seguir los movimientos de la policía y las ambulancias. ↩